martes, 27 de mayo de 2014

¿Podemos con la implacable Ley D'Hondt?

Nunca la palabra 'cambio' tuvo tanto sentido. La usó el PSOE en su eslogan de 1982 ('Por el cambio') y el PP en 2011 ('Súmate al cambio') para abrir y cerrar un ciclo de ilusión democrática en la que ambos disfrutaron de un bipartidismo gubernamental que pagamos y subvencionamos los ciudadanos, pues les votamos en masa despreciando a las minorías gracias a un sistema electoral -la LOREG- que así lo estableció en 1985. Pero el cambio de verdad ha llegado en 2014 con los de Podemos y su casi 1'3 millones de votos en unas Europeas con una abstención del 55%.
 
Golpe a la izquierda (se convierten en cuarta fuerza política a 300.000 votos de IU) y golpe a un sistema en el que cada vez confía menos gente. Los de Pablo Iglesias -curioso que se llame como el fundador del PSOE- parece que han llegado para quedarse y, de entrada, ya tienen cinco escaños en Bruselas. Con un partido fundado hace apenas cuatro meses y la esencia del 15-M por bandera, un movimiento ciudadano reconvertido a político ha dado un enorme sopapo a España, haciendo que despertara de la modorra de las últimas tres décadas.
 
Y todo eso a un año y medio -si no se adelantan- de unas Elecciones Generales en las que no habrá tanta abstención y en las que la implacable Ley D'Hondt volverá a otorgar su favor a los dos 'grandes'... si no se acentúa el cambio ocurrido el pasado domingo. Con voz en Europa y un discurso arriesgado por lo comprometido, Podemos tiene en sus manos un magnífico altavoz para estrenar a lo grande su futura presencia en la Carrera de San Jerónimo. Aplicando el símil futbolístico, se puede decir que los de Iglesias ya han puntuado en Champions sin siquiera haber jugado nunca en la Liga. Para descubrirse, oigan.
 
Ahora bien, la Liga es otra cosa, y Pablo Iglesias no es el 'Cholo' Simeone; en España han de entender que el rival no son los dos 'grandes', sino el propio sistema de competición y, sobre todo, el reparto de los derechos televisivos. Seguirán restando votos a PP y PSOE, sí, pero su lucha está en convencer a la ciudadanía de que cuantos más votos -y, sobre todo, en determinadas provincias-, mejor. Más de un millón de votos en un debutante es una auténtica barbaridad. Dejando aparte su ideario político, Podemos es el verdadero cambio de regeneración democrática que otros proclamaban, apropiándoselo. Es la esperanza de que el sistema caiga desde dentro, porque para que nazca un sistema de sociedad más igualitario y humano, es necesario que se derruya el actual. Y cuanto antes, mejor.

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